miércoles, 28 de febrero de 2018

Supra pensare

Vivo dentro de mi cabeza
y me escucho me mimo, me discuto
me encierro en el fondo, me siento y contemplo
la cúpula que brilla con la luz del sol, y me cubre
pero no veo

vivo dentro de mi cabeza, y cosas pasan desde que edifiqué montañas y muros, mi vida vuela, asesina sangrienta mi tiempo,
y yo sentada, ni juzgo ni pienso.

Vivo dentro de mi cabeza, y me formo sin mirar fuera, con solo lo que me interesa dejar entrar, clavo ciega una vista infinita en lo poco que visible atraviesa mis ladrillos, me nutro del sol que me alimenta y hundo raíces en lo que me importa, y miro dentro, en mi cabeza, y continuo mi sueño infinito.

Vivo dentro de mi cabeza, en un cuento sin bases sólidas, en un mundo que, como no entiendo, ya he desistido de entender, porque no me cabe dentro, y cuando me he leído antes, con dieciséis y una tristeza atroz que me comía las entrañas y se alimentaba de mí hasta casi poder matarme, me he comprendido, me he querido, me he abrazado y me he perdonado.

Entonces es cuando me he regañado por seguir en la cama todavía, llegando tarde a todo lo que al otro lado del muro sucede y no quiero ver, pero he seguido mirando dentro.

Vivo en mi cabeza y toda mi adolescencia la he pasado encerrada. Ahora que estoy preparada para abrir ventanas puedo
pero me he quedado ciega.

Mi cabeza solamente entenderá lo que dentro de ella quepa -con capacidad humana- y toda la verdad y la realidad del mundo se desdibujará hacia el infinito, como si no tuviera manera de frenar el tiempo y la distancia
ni triste opción de dejar de mirar por la ventana.
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jueves, 22 de febrero de 2018

martes, 6 de febrero de 2018

El justo momento de

Ya que como sujeto no existes
y no me gusta inventarme individuos
no tengo otra forma de entenderte mas que crearnos a los dos:
así que somos instante.

Tú y yo entonces somos entonces
tus labios y los míos chocándose en caos
torpes, brillantes, perdidos y en busca,
más por accidente y azar evidente
a la luz de farolas naranjas
y a cerveza escondida y colada en el bar.

Hemos y habremos sido tanto
instantáneas efímeras e ideas complejas
persuasión en mente y recuerdo recurrente
voz de piano y olor a miel
pero seremos instante siempre.

Somos la sorpresa del choque premeditado
el final del camino que se cruza inevitable
somos dos manos, dos pieles que cubren y saben
la vergüenza calor de la mañana siguiente
-al pensarnos en momento otra vez-.

Somos fuego atardecer y bruto
risa oxigenada y secreto en ayer
somos la ilógica 
y el hipo que te come de después
incongruente
del último sábado, que en agosto
suena a lunes exactamente igual.

Somos la saliva del riesgo incrédulo
y la lengua que quema de sed
somos el beso del portal del que sabe que,
por accidente, acaba de acertar.

No nos puedo definir más que en espuma brillante, luces que desubican y el justo momento de.