jueves, 30 de junio de 2016

treinta

Ayer salí y olvidé que existías, perdí noción de tiempo y recuperé perdón, bailé con personas de las que no recuerdo ni gracia y canté canciones que no me sabía;
me quedé dormida en un hombro y soñé que era el tuyo, y de pronto las caricias resultaron familiares, las luces brillaban solo para los dos y el reflejo de una copa de más me guiñaba mano en boca;
despertar es más sencillo cuando hablo de pesadillas.

lunes, 27 de junio de 2016

Borrachera capital

Voy a hablaros de ese chico al que le gustaba tanto emborracharse como a mí. Solíamos beber alcohol hasta que perdíamos las ganas de tumbarnos en el suelo y no mover un solo dedo, porque bailar a oscuras a base de conciertos roncos sin ritmo siempre sonaba mejor. Solíamos beber tanto que ya no eramos personas, eramos mareo y reflejos en escaparates, bocanadas de tabaco de liar, y risa floja veraniega y sin sentido.  Él siempre se ponía más guapo cuando tenerse en pie resultaba más difícil, y por eso el viento parece más violento cuando solamente te queda un pétalo de flor. Caminar juntos por asfalto era arriesgado y tentador, como navegar un río helado una madrugada de diciembre o bailar un tango sucio que de tango tiene tan poco como de baile de salón. Pensábamos que el mundo entero daba vueltas al ritmo de pisada de uno y otro, y nos importaba tan mínimamente porque nuestro era el mundo y nuestros los pies. 
Borrachos no eramos jóvenes ni viejos, ni ricos ni pobres, ni guapos ni feos, ni tristeza y frío; no eramos separado sino junto, eramos nada y todo aire, y no ser era el reto de mayor atracción que habíamos de encontrar nunca en labios de otro. No ser provocaba cataclismo en bahías de caos y control (que siempre jurábamos tener bajo las caderas), no ser era como cavar nuestra propia tumba con un rastrillo, y enterrarnos hasta las orejas en el momento en el que llega una ola del mar.
Quiero hablaros del chico que no pensaba con claridad cuando con dos copas de más alzaba al cielo mi nombre, se tumbaba a oscuras en zarzas venenosas y margaritas indecisas sin culpa ni pena ni verdad absoluta, y acariciaba mis tímpanos jurando a tientas que si no se acordaba al día siguiente nada de lo que hacíamos dolía ni estaba mal. Ambos brindábamos siempre birra en mano y ojos ciegos, sonrisa de desdicha, y cruzábamos dedos a suerte de una resaca de lagunas y mejor sabor.
Yo nunca quise creerle a pesar de rogar que repitiera cada noche que estando borrachos juntos quererse no contaba como pecado capital.

sábado, 25 de junio de 2016

Sabbat

Hostia tú, ¿cuándo has llegado? Coge sitio y siéntate.
Hablábamos de ti, ¡qué risa! No podías ser más oportuna, mujer.
Tienes las mismas pintas que siempre, ¡pero coge...! Coge un vaso y relájate.
Hemos comprado tequila porque no sabes beber
todavía,
escucha y atiende; volvemos a empezar.

lunes, 20 de junio de 2016

Capullo primaveral

Se me había olvidado decirte que eres un grandísimo capullo, y ahora que ya lo sabes hasta el color rosa me sabe mal.

Las margaritas fanfarronas
me tientan para que las desnude
juran que soy la primera
y que no me dolerá.

Me denomino desde nacimiento
zarza llena de espinas,
montón de yedra acapara muros
y almendro enterrado bajo tierra.

Tenemos un asunto que pica y cava entre hierbajos; yo no entiendo mucho de flores y tú sí.

La primavera
que prende hormonas
y abre piernas
acaba de saltar por la ventana,
porque el jodido verano
-anmesis a treinta grados-
me saluda con dos besos
y una sonrisa de aire y viento
y me planta una mano en el culo
y se va.

Y mientras otros labios
de aliento y colores
y vodka negro
y vodka azul
pasean nerviosos
y bailan sobre dientes
y endurecen y marchitan dándome plantón.

Y yo aún sigo dudando de si siempre fuimos tallo, clavel, abeto, sauce o problema de raíz.

jueves, 9 de junio de 2016

Problema de fábrica

Hola, sí, llamo para quejarme de un problemilla.... pues mire; que nos ha salido niña. Si yo no tengo nada en contra, ¡soy muy tolerante! Uno siempre quiere un niño, ¡pero qué se le va a hacer! ¿Puede usted mirarme en el manual de uso...? En septiembre cumple veintitrés. 

Tengo que seguir actuando como si esto no me importara.
Tengo que recibir otro golpe y mirar al suelo en silencio.
Tengo que lamerme las heridas sin que se note.
Tengo que escuchar cómo me gritas y callar.

Tengo que vestir el conjunto que me elijas.
Tengo que pensar como tú me has enseñado.
Tengo que aceptar siempre un papel secundario.
Tengo que cerrarme, someterme y tragar.

Tengo que asentir y sonreír a quién te importe.
Tengo que olvidar relaciones que no te gustan.
Tengo que aprobar tus decisiones en mi vida,
igual que tu apruebas las mías antes de empezar.

Tengo que aplaudir, dimitir derechos propios.
Tengo que cuidar, limpiar y cocinar porque soy.
Tengo que renegar de deseos vitales
exceptuando casos de previa admisión.

Pues sí, insisto; me dice que no quiere. Que no le da la gana, vaya, y que le cambien por algo mejor. Pues por eso le llamaba, oiga, que se cree que estoy pensando. Si siempre lo he dicho yo… calladita está más guapa.

Por qué debo insistir por recibir justicia…
Por qué acostumbro a vivir esta miseria
Por qué afirmo que por ser y por no haber sido no merezco
¿Por qué he escrito tengo que y no no quiero?

Soy así y así he sido siempre por el hecho de nacer.
Me creo lo que digan y no digo lo que creo
He vivido así, y moriré viendo lo mismo…
Me tratan como merezco y como debo merecer.

Dice que no es justo, que está ya hasta los cojones y que no será ella la que busque algo a favor... Pues ya ve, ¡ya ve! Día sí y día también. ¡Siendo una señorita y comportándose así...!

¿Por qué tengo que creerme todo lo que me digan? ¡Eh!
Por más que intenten mostrarme, venderme y hacerme ver 
debo aceptar que jamás tendré voto, ni  voz, ni control ni razón,
¡ni aun siendo una más en la esquela del periódico! 
¡¡¡Antes de jugar vuelvo a perder!!!

¿Tratar de escucharla? No no, si yo escuchar… escucho. Pero mire, es más complejo de entender… Viene con un defecto grave de fábrica, ¿entiende? Es que ella nació sin pene... ¿sabe?

NOS HACEN CREER QUE SOMOS IGUALES,
QUE LA JUSTICIA EXISTE
Y LOS DERECHOS SE CUMPLEN.
NOS HACEN VER QUE SE NOS ESCUCHA, QUE EL MUNDO EVOLUCIONA Y TENEMOS RAZÓN.

Somos más de la mitad… ¡Somos más de la mitad! Nosotras incluso vivimos más…
¡Y aún somos menos!
y menos,
y menos,
y menos,
y menos,
cada día más.
¿No tengo derecho a quejarme, verdad? ¡Las mujeres tenemos más privilegios!
Cuidado con quien subes al ascensor no te quedes encerrado…

Oiga, que ya lo he intentado todo; leyes por demanda, entrevistas de trabajo, derecho a votación y pantalones de mujer. ¿¡Verdad!?¡Si ya está dicho! ¡Lo mismo dije yo! ¿Quién fue el que dijo lo del retroceso? Siempre había sido así: el hombre por naturaleza es superior.

Por qué tengo que convivir con el hecho de que nunca seré lo que siempre he querido:
Respetada.
Querida y respetada.
Tratada de la misma manera.

El hombre y la mujer no somos iguales, pero eso no implica ninguna diferencia:
tenemos el derecho a los mismos derechos,
tenemos el deber de los mismos deberes,
respetamos esperando un mismo respeto
tenemos y lo queremos AHORA.

Pues es que no sé ya qué decirle… no encuentro ninguna solución. Está venga que dale, y dale, y dale, y dale… No, ninguna alergía. No toma medicación. Búsqueme  alguna manera nueva de callarla de una puta vez, por favor.

Y no entiendo
por qué
tengo que
conformarme
con comerme una ensalada en vez de un filete con patas,
con escuchar de niños si yo no quiero hijos,
con salvarme de una hostia
porque soy mujer
¡o con recibirla por la misma razón!
Por qué cojones (y si quiero, los tengo) tengo que cruzar las piernas en el metro
y eso de ‘’las señoritas no se comportan así’’
cobro menos y no me contratan por la posibilidad de un embarazo…
¡quiero poder dar un paseo nocturno tranquilamente sin riesgo de abuso sexual!
No quiero uñar largas, cera depilatoria, laca de pelo y faldas de vuelo;
no quiero fregonas, quitamanchas milagrosos, pastillas dietéticas ni cremas antiarrugas;
No quiero aspiradoras, carritos de bebé, revistas de prensa rosa y que me saquen a bailar
¡No quiero escuchar más! ¡Ni una palabra más…!  
¡¡Quiero ser una persona!! ¡¡Quiero ser chico, papá!!

Sí, espero...

(Texto parcialmente utilizado en el espectáculo Green-eyed Monster, Otelo, por LaNave en el teatro Calderón)

sábado, 4 de junio de 2016

Pequeñeces

Amor es saber que le gusta el té en vaso,
usar el cuchillo con la izquierda
y dormir con la almohada sobre la cabeza.

Amor es buscarle lunares en los hombros
y besar sus orejas
sin quitarle los ojos de encima
ni hincarle el diente aún.

Amor es contarle mentiras
que son verdad cuando miras con tus ojos;

Amor es quitarse los zapatos en la entrada
para no dejar huellas
muy difíciles de quitar.