domingo, 30 de noviembre de 2014

Frío

Me froto las manos en un intento en vano de entrar en calor. El suelo resbaladizo de aguanieve reluce bajo mis pies, reflejando las estrellas que brillan en el cielo. Mis músculos, muertos de frío, tiritan en un intento en vano de devolver el calor corporal y la sangre de nuevo por las extremidades. Persigo una sombra bajo la espesa niebla que rodea la ciudad, cubriéndola de blanco y ocultando todos y cada uno de sus secretos, pisando las huellas de algún desconocido. Todo está frío, todo quema. Una pequeña nube de vaho se eleva hasta los cielos, perdiéndose entre la niebla, no sin antes interferir en mis labios morados y quebradizos que tiritan pidiendo auxilio, al ritmo del castañeo de mi dentadura. Me pregunto dónde está, dónde están todos. Me pregunto por qué, por qué otra vez igual. Una sensación de pesadumbre oprime mi pecho impidiéndome respirar mientras mi corazón lucha por recuperar las pulsaciones. Todo está helado, todo hace daño. El viento me azota la cara con violencia. Ya no está, ya no quedan esperanzas para una pobre desdichada. Cierro los ojos y dejo caer mi cuerpo que pesado provoca un sonido sordo contra las baldosas grisáceas relucientes. Acaricio mis dedos temiendo haberme roto algún hueso con aquel sonido igual que un cubito de hielo. Paseo la vista por las calles vacías en busca de alguna cara conocida. Nadie. Ya no queda nadie. Mis piernas se tambalean tensas de frío. Ese frío infernal que cala hasta mis huesos. Ese frío que inunda mi cuerpo de arriba abajo obligándome a perderme en un sueño profundo, agridulce, acompañada por las estrellas que tras la niebla también tiritan de frío. Solas, como el mundo, como yo.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Muros

Según he oído por ahí, amar significa sobreponer las necesidades del otro a las tuyas. Cuando te expones a amar a una persona, te expones a que esta te haga daño. Le confías tu corazón a alguien con la esperanza en que no lo destroce, iluso de ti. Le das todo a cambio de lo mismo. Y, por triste que parezca, por muchas veces que rompan tu corazón, jamás se pierde la esperanza. Jamás se aprende la lección. Jamás se deja de creer. Es como pensar en que puedes atravesar una pared, pegarte golpes constantemente, levantarte y volver a intentarlo. Confiando en que algún día algo cambie las propiedades de la pared, se vuelva de papel o te conviertas en fantasma, qué se yo, y puedas por fin atravesarla. El problema está, como dice una amiga mía, cuando no cambias de pared. Cuando se convierte en un muro de piedra de cinco metros de alto, el cual tampoco cabe la posibilidad de saltar y ahí sigues, intentándolo, desesperado, sigues chocándote. No te vas a la vallita de madera de enfrente, no no: lo imposible atrae más que nada. Lo consigues, te destrozan, te echan a patadas por encima del muro que tanto costó escalar. Y desde abajo, con las rodillas raspadas y el cuerpo lleno de moratones lo intentas otra vez. Y el muro ahora se vuelve de diez metros. Y te duele más el alma y el corazón que cualquier otra cosa, entonces llega alguien que te escucha, que te entiende, que encaja... y se esconde en la pared de tres calles más abajo que tendrás que atravesar, atraído cual marinero por cántico de sirena, para más tarde tener que escalar trasformada en muro.

Todos los puentes están enamorados de un suicida.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Extremos

El problema son los extremos. Soy demasiado extremista. ¿Por qué conformarse con el gris? Quiero un blanco resplandeciente, como la luna. Un negro profundo, como el carbón. Hay demasiados colores como para conformarse con una mezcla. Pintar la vida de rosa, bailar bajo la lluvia, reír a carcajadas, soñar. Caer en el vacío, romperse en mil pedazos, explotar de rabia y odio, llorar. Porque yo río hasta que duele, hasta que mi cerebro desconecta, hormigueo que inunda todo el cuerpo y golpes desmedidos y descoordinados, hasta que saltan lágrimas y de la tristeza no queda más que una nube, un recuerdo borroso suspendido en el vacío. Porque yo lloro hasta la muerte, hasta que mi corazón pide auxilio desde dentro, desgarrándose y tosiendo sangre sumiso en la mayor oscuridad, tenebrosa, siniestra, y de la felicidad no queda más que un recuerdo perdido en algún rincón del pasado. No me vale una sonrisa. No me vale una sola lágrima. Aquí o tiembla el suelo o se desborda el río Nilo. No me vale una sola bolsa, me sobra un mordisco entero. Quiero ganarle el pulso al dolor, ya no me vale con la medalla de plata. Quiero menos, quiero más. O se ama con todo el ser o se odia como Dios manda. Obsesión enfermiza, indiferencia total. O se salta desde quince metros o se abraza uno al suelo. O se duerme hasta la tarde o se empalma con la mañana. O se chilla hasta la afonía o se susurra muy de cerca. O se empieza o no se empieza. O muy bien o muy mal. O se evita o se siente. O se vive o se muere.
Los polos opuestos se atraen, dicen. Qué hay más opuesto que un norte y un sur. Que un amor imposible. Que un extremo y otro extremo. El problema es que soy demasiado extremista, castigo dulce y venenoso, el problema es que hay demasiados extremos, casi tantos como tonos de blanco y de negro.
Y qué aburrida la vida sin locuras, altibajos, corduras, atajos, amigos y enemigos, momentos muertos y aún vivos. 
Qué aburrida la vida sin extremos ni caprichos. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Cicatrices

Hoy me siento diferente. Hoy me he dado cuenta de que mis heridas al fin han cicatrizado. Hoy he renacido de las cenizas. Hoy estoy fuera de nuevo. Hoy ya no me duelen las heridas, o el alma, o el corazón. Hoy no me escuece echarme alcohol, o echar la vista atrás. Hoy creo que vuelvo a vivir. He escalado ese gran pozo sin fondo, y al fin estoy otra vez bajo la luz del sol. Expuesta a todo lo que la vida quiera ofrecerme, robarme. Expuesta a más golpes y heridas de nuevo. Expuesta a caer otra vez al pozo. Y sé que me costará salir, tal vez caiga más al fondo que antes, tal vez menos, pues esta última vez caí muy profundo. Me dio muy fuerte. Pero ahora yo seré fuerte, y no el golpe. Porque esto es un ciclo, esto es una vuelta a empezar continua. Nadie puede intervenir en ella, en la vida, porque como siempre digo; es muy suya. La vida es muy suya. Y no me avergüenzo de mis cicatrices, son muestras de mi pasado, de que, como he dicho antes, me he hecho fuerte. Son muestras de una vida y no me avergüenzo de haber vivido, de haberme hecho daño, porque ya estoy curada. Es todo un ciclo continuo. ¿Pero sabes? Ya me da lo mismo, ya me da igual volver a caer, porque hoy he renacido. Hoy al fin estoy fuera. Y puedo ver mundo. Y puedo soñar. Y puedo bailar bajo la lluvia en vez de ahogarme entre sus aguas. Hoy puedo crecer, puedo vivir, puedo reír y llorar. Hoy vuelvo a estar viva y, al fin, también dispuesta a amar.

martes, 18 de noviembre de 2014

Música

Melodía desdichada, perdida, odiada y amada. Que se vierte por tus venas y saca al intemperie todas tus penas. Que arrastra desde dentro lagrimones salados, escondidos, ignorados, de sociedad intoxicados. Imágenes espontáneas de momentos olvidados, ignorados por años, apagados, remplazados. Último recurso como escape de huida, demasiada realidad aquí vivida. Corazón desgarrado, humillado, golpeado, avergonzado, maltratado y destrozado, atolondrado. Se encarga de revivir de las cenizas momentos felices vividos, sanando y restándole importancia a tus mil cicatrices. Trayendo desde mar adentro carcajadas sin censura, amores y gritos ahogados, rechazos de ayuda y palabras mudas. Tan presente como la vida, cruda y dura, testaruda. Ella se filtra y te hace vibrar resolviendo cada duda. Armoniosa como cada mirada tuya, perseguida por la muchedumbre que la ama con locura. Tan pronto te halaga y te quiere como te llama basura, tan dentro de un oyente y tan fuera del mundo te saca, ausente.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Mentiras

A veces veo borroso y me cuesta pensar con claridad. Diferenciar lo real de lo inventado. Lo verdadero de lo falso. Es lo que ocurre, supongo, cuando vives en un mar de mentiras y lágrimas saladas. Cuando hay tantas máscaras diferentes colgadas de tu pared que ya no sabes cuál es la que realmente encaja, acorde a tu estado de ánimo. No piensas en la posibilidad de dejar la cara al descubierto porque, sencillamente, no existe. Las mentiras son mejores, más sencillas, más prácticas y menos dolorosas. La verdad duele, es algo que siempre he dicho. El problema viene cuando una mentira se apoya en otra mentira que a su vez está basada en otra más. Es entonces cuando todo se desmorona. Y con el derrumbamiento viene, por supuesto, la caída. Amarga y dolorosa caída. Podría defender por mil razones mis mentiras, del mismo modo que podría atacarlas por otras mil, pero, ¿de qué serviría? digo, ¿conseguiría algo más que otra dolorosa caída?

domingo, 16 de noviembre de 2014

Errores

Apenas he asomado la cabeza y ya he vuelto a caer. Y ya estoy igual que siempre. Y por mucho que deteste haberlo hecho, por mucho que prometiera no hacerlo nunca más, he vuelto a cometer el mismo error. Como un círculo vicioso del que no se puede salir. Pierdo las esperanzas de golpe, y claro, me derrumbo. Y es irónico, con lo que me cuesta levantarme y la de veces que he conseguido hundirme. Crees que has tocado fondo, pero no, nunca se llega al fondo. Se sigue, se sigue hundiendo uno poco a poco. Aquí abajo cuesta mucho respirar, y me ahogo. Y también me canso de eso, de ahogarme, de verlo todo gris, de escribir párrafos y párrafos depresivos. Párrafos que no son más que reflejos de mí misma, porque es increíble hasta qué punto puede llegar a ser yo cada palabra que escribo. Y lo peor de todo, es que no me arrepiento. No lo veo así. No sé si me explico, quizá nadie me entienda, pues ni yo me entiendo, pero lo he hecho. Otra vez más. Y vuelvo a estar entre sábanas, recuerdos, sonrisas y más tarde lágrimas. Y lágrimas, y lágrimas, y lágrimas, y lágrimas. Hasta salir nadando, como en el cuento. No dudo ya de que en mi mente algo no cuadra, de que algo no funciona como tendría que funcionar. Pero yo resisto, como las malas hierbas, que nunca mueren. Y aquí sigo, malgastando oxígeno. Ya no me da vergüenza admitirlo, porque llevo tanto tiempo escondiéndolo que duele. Que quema. Que escuece, como el alcohol. Y esta es la única vía de escape que conozco, bueno, no la única. No llevemos las cosas al extremo. No hace falta que nadie me entienda, pues de nada serviría, estoy tan hondo, tan al fondo, que es más que imposible sacarme de aquí. Solo yo puedo salir, pero claro, otra cosa es que quiera. Y se está tan a gusto en un mundo tan oscuro, donde nada puede salir peor. Duele, pero es un dolor dulce, placentero, no sé si me explico. Tampoco hace falta. Y no, no me arrepiento, no me arrepiento de nada, pues errores más grandes he cometido. Haberte conocido, por ejemplo.

Amor rima con dolor

Amor rima con dolor, casualidades de la vida. Porque amar duele tanto que mata... y amores que matan nunca mueren. El mundo un día se viste de negro y olvida el rosa, la infancia y las muñecas. Se cubre de maquillaje y deja a la vista colgantes de cruces y calaveras. Gótico, depresivo y demente es como veo yo el amor. Tan doloroso, oscuro, loco, malvado que crea adicción. Extraña aunque dulce adicción. Tan fúnebre como la risa de un suicida en un cementerio, cada noche tachando con una equis los días en el calendario. Tan dolido y tan perdido como un niño en un frondoso bosque repleto de brujas y monstruos detrás de cada rincón. Pánico y nerviosismo, vuelco al corazón. Ese mismo que antes de toda esta historia de locos era rojo pasión y latía segundo sí y segundo también, y que un día... plof. Se paró al verte aparecer. El rojo pasión se quedó en el pasado lleno de sonrisas, y ahora no digo haber perdido la pasión,  sino más bien la noción, la atracción, la razón y el ritmo de esta conversación en la que solo conversa el cerebro y no el mismo corazón. No me deja ser libre, no me deja volver a amar sin pensar en todo lo que dolerá la caída. Porque será grande, tal y como ama mi corazón será muy grande. En esta conversación va perdiendo el amor y ganando la mente, sensata y segura, ni de lejos tan demente como el desquiciado de los latidos. Dice: ''Confía en la suerte, la locura es incurable, la muerte siempre prematura y los recuerdos inolvidables. No trates jamás de olvidar. <<Hay que sentir el dolor>>. Evitar recordar no es sinónimo de mejor. Del pasado se aprende, del futuro se sueña, del presente se vive y los errores enseñan.'' Y mi corazón que antes latía no ha vuelto a dar ni una. Ya no ha vuelto a ir bien. Y yo le agradezco el esfuerzo por seguir luchando bajo el subsuelo, medio muerto. Escalando la muralla de problemas y golpes. Rodeado de tiritas que cubren cada uno de sus cortes. Luchando por la vida poco a poco, paso a paso. Pegado al alma que intranquila descansa a su lado. Temiéndose lo peor, preguntándose que le espera. Llorando en silencio, callándose sus penas. Cuántas veces más tratarán de destrozarle. Cuántas tiritas y cuántas gasas cubrirán cada una de sus partes rotas y doloridas. Destrozadas y aburridas de tanto rasgarse. De rojo pasión a gris oscuro. Preguntándose cuántos golpes le deparará el futuro, cuántos tonos más de gris le esperan  tras aquel pesado muro.

El filósofo cree en la razón y el poeta en la locura

‘’El filósofo cree en la razón y el poeta en la locura’’, porque somos pocos los que quedamos en este pozo lleno de amargura. Remolino agridulce de amor hacia la literatura, de deseo y de ganas de escribir un vivir lleno de dolor, de injusticia, de amor, de malicia, de perdón, de desprecio, de alboroto a oídos necios. Un vivir relatado en un verso improvisado, rima asonante hacia la locura, rima consonante hacia cualquier chifladura. Lo que apetezca escribir, lo que tus manos controlen como con vida propia por el folio se abandonen sin prisa pero sin pausa, sin motivo pero sin causa, sin perdón ni excusa, sin ninguna ciencia infusa. Porque hemos nacido por algo y nos iremos por algún motivo. Porque lloro porque me hace daño y río porque vivo. Porque pretendo  sacar una sonrisa de un solo desconocido.
Que atrevimiento el mío, el de declararme poeta, cuando tan solo escribo palabras sin sentido a falta de una meta.