Hoy, que es viernes noche
voy a dejar que mis dedos
vuelvan a deslizarse por las letras
que describan tus lunares
de espalda
de hombros
de manos y mejillas
cual ciego que descubre el braille
cual sordo que recuerda la voz de su madre
y escúchame un momento
yo no escribo para ti
yo no escribo para él
yo no escribo para nadie
yo estoy aquí porque el otro día me recordaron
que yo era poeta
y sabía leer
que yo podía acariciar versos con labios y lengua
terciopelo de suspiros, aire fresco de pulmón,
y me piden que les lea después del piano
y me piden que les lea en un concierto
y yo pienso: ¿cómo?
si yo me he metido aquí dentro
para abrazar la poesía más fuerte
para entender mejor las palabras
de aquel que quiso escribirnos bien claro
que éramos nosotros el fin
del final.
Y ahora que me confieso diré
que nunca entendí sílaba
que tan fácil se había deslizado por mis dientes
y mira que no paro de hablar
pero
ahora que puedo entender las vocales,
los acentos
los silencios
no me atrevo a pronunciarme presente
por pura y patética pena
no me atrevo a escribiros
más.
Así que no, no he parado de ser huracán en campo de trigo
no he dejado de ser sol de agosto
y frío de venas lluviosas
pero que ahora no vaya a decir hola
no significa que haya dicho adiós
porque mírame:
me siento fuera de mí
y cada día estoy más contenta
de haber descubierto la puerta
y haberos pegado portazo.
Tú no me mandas
y todas tus cosas
te las metes donde quepan.
He crecido y ser historia es para muertos