jueves, 31 de diciembre de 2015

Que os calléis ya

Mira hoy es que me estáis tocando mucho los ovarios con esto de año nuevo, en serio. Tooooodos los años hacéis lo mismo: qué año de mierda, a ver si éste la cosa cambia porque sino voy jodida; qué puta pasada de año, ¡ojalá otro igual o mejor...!
Pero vamos a ver, ¿tú eres tonto o eres tonto?
No me importa que haya pasado en tu año, ni quién ha sido la persona(s) más importante, ni por qué. No me importa nada que seas capaz de escupir deprisa y corriendo doce horas antes de que suenen las campanadas... No me importan las millones de demostraciones que haya el día de hoy porque volvemos a exactamente lo mismo: ¡las cosas se demuestran a diario, no ahora! ¡Ahora es como intentar recuperar una asignatura a base de trabajos extra y positivos en el cuaderno!
¿Que me quieres contar tu vida? Vale, pues me voy a sentar en la silla esa del fondo... pero no esperes que te preste demasiada atención... ¡hoy internet está que arde!
El espíritu navideño es muy bonito, y toda esa mierda de propósitos de principio de año pues también. Yo lo entiendo, y entiendo también las ansias y las no ansias de cambio... pero todos hemos vivido ya el 2015 entero (con sus 365 páginas de mierda y demás gilipolleces que os inventáis que yo no entiendo por qué pero vale que no me meto en eso pues muy bien) y no necesitamos más resúmenes ni sinopsis porque es siempre igual.
Gente que se va y que no esperabas que se fuera nunca.
Gente que viene y que no esperabas que viniera nunca.
Gente que se va y que viene y que te resulta indiferente.
Buena suerte.
Mala suerte.
Cambios drásticos.
Cambios pequeños de la hostia.
Pasos hacia delante.
Pasos hacia atrás.
Giros de 180º.
Giros de 360º.
Experiencias.
Amores y desamores.
Éxitos y derrotas.
Viajes.
Cultura y aprendizaje.
Proyectos abiertos y proyectos por fin cerrados.
Apuestas ganadas.
Apuestas perdidas.
Oportunidades.
Decisiones.
Y puedo seguir, sabéis que puedo seguir y todo esto seguirá dentro del currículum propio del 2015.
Obviamente hay años buenos, malos, mejores y peores para todo el mundo... Pero de verdad no tenéis que montarme este escándalo todos los años. De verdad, de verdad, de verdad que no me importa. Dejad de vivir a través de una pantalla y empezad a descubrir qué aspecto tienen los demás sin filtros, letras escritas ni bandas sonoras de fondo. Pocas oportunidades tendréis para esto así que empezad a sacar la cabeza del caparazón de una puñetera vez ya. 
Siempre tengo que andar enfadada con vosotros. Tanta tontería con San Valentín y ahora me montáis estos telares...


















<<Joder, cómo echaba de menos escribiros mis mierdas.>>

lunes, 28 de diciembre de 2015

Típico frío

Qué frío hace... qué frío.
Casi parece que me estés cantando la navidad
cada vez que piso la puerta
y me subo la capucha
porque qué frío hace, qué frío.

Estoy acostumbrándote a creer en el amor,
en las poesías de no más de quince versos,
en las noches frías llenas de abrazos,
en las calles que se llenan la última noche del año.

Estoy acostumbrándote a querer el cariño,
a buscar escalofríos en secretos,
a bailar canciones en versión acústica,
a adorar noche y día lo prohibido.

Estoy acostumbrándote a rabietas sin sentido,
a dolor de uñas y malestar psíquico,
a resguardar la peste dentro de las costillas,
a no vivir por los demás.

Estoy acostumbrándote a lo típico
y dejándome la piel en el mejor de los sentidos;
te estoy enseñando el romanticismo
extinguido hace décadas
y por algo será...

Pero qué frío hace aún, qué frío.

Deja de buscar,
deja de querer,
deja de dejar de hacerme caso,
y deja de hacérmelo,
y deja de quererme,
y deja de buscarme...
déjame de una vez.

Deja de permitir que te laven la cabeza
y que te la ensucien con más tonterías.
Deja de dejarme escribirte poesía
y de volverte loco con amores y desamores y dolor y suicidio.

Deja de dejarme escribirte lo ya escrito,
deja de dejarme congelar lo de siempre,
¡deja de regalarme tópicos en bandeja de plata!
Qué frío hace, coño, ¡qué frío!

Estoy acostumbrándote demasiado a palabras en silencio
porque sabes que no me gusta hablar cosas serias,
que yo solamente escribo...
Por eso déjame decirte que siempre me ha gustado demasiado el frío
y la tristeza,
y el sufrimiento,
y el piano,
y los escalofríos,
y la poesía que duele,
y el romanticismo,
y las mentiras que parecen de verdad.

Y también por eso mismo,
y por todo lo anterior,
siempre he querido querer todo lo que acabo de prohibirte.

Así que déjame, déjame a mí,
déjame acostumbrarte a pasar algo de frío conmigo...

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Hermosa Afrodita

Hablamos de la chica acostumbrada a eclipsar toda belleza existente en el mundo. De una Afrodita descarada sujeta a un ego volador y a montones de billetes vacíos de peso. Cualquier cosa suena mediocre comparada con los lunares de sus clavículas. Cualquier intento de métrica increíblemente escueto frente a sus piernas entre faros nocturnos. Insignificante todo juramento pasado comparado con su constante taconeo, que rebota contra el cielo cual pelota de ping pong. Dicen de constelaciones y de osas mayores... no me digno a nombrar galaxia bajo sus marcadas ojeras de ayer. Nudos que se amarran a raíces de su pelo para no resbalar en remontadas propiamente dichas. Moratones violáceos que se pintan por su cuerpo solo para poder rozar un poquito de su piel.
Nadie escucha sus historias porque eclipsa palabras partiendo la barrera del sonido. Nadie escucha sus latidos porque pierde razones prestando mentiras a cambio de vicios.

Es indiferente y está perdida, como todas las chicas de ahora a las que siempre dedican poesía. Prostitutas baratas y pretendientes insensatos, dispuestos a meterse en líos por una muestra sola de su rastro a vainilla. Perfume robado y abandono callejero; caída de pestañas y huracán en la quinta avenida. Diosa griega del Olimpo acostumbrada a la buena vida; huérfana de experiencias, realidad y percusión.
Afrodita se tiñe los labios de rojo una noche más en la esquina del callejón.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Serendipia

Tengo la mala costumbre de apuntarme palabras bonitas en la palma de las manos para no olvidarme de ellas antes de pisar casa. Palabras raras que nunca nadie pronuncia porque ignora su existencia. Palabras que llenan espacios vacíos entre dientes y bajo el paladar. 
No magnifiques actos extraordinarios, hablamos de palmas de manos cubiertas de culpabilidad marginada en el olvido de la lengua.

Mis padres, y mis abuelos, y mis primos de Barcelona siempre hablaban de la imposibilidad de meterse en la cama sin aprender nada nuevo. A veces descubres que el bus pasa antes o después según el autobusero de turno, y que hay días en los que aunque corras tras ellos falto de media milésima siempre tendrán una excusa para dejarte atrás. Otras veces, tras horas de estudio, la conclusión más importante del día entero es que a base de chuletas también se puede vivir. Mis días favoritos, en cambio, son aquellos en los que nunca esperas encontrar nada que recordar al día siguiente... y que siempre, por arte de magia, arrastras sin querer una dirección mal escrita en la punta de los dedos.
De forma inconsciente una mirada mal vista, un nombre bonito o un clavo en un pulmón.

La primera vez que te mencione tal manía estúpida no saltaste sino con otra idea de apuntarme tu nombre todas las mañanas antes de salir por la puerta. Qué disparate tan mal visto, qué descaro por tu parte. Hay millones de palabras en el mundo esperando ser escritas al azar o sin querer. Hay millones de nombres esperando borrarse y colarse por la alcantarilla justo antes de comer.

¿Pero cómo quieres que salga de casa de una manera y vuelva a esta misma con las pruebas del delito?

¿Pero cómo quieres que me atreva a proclamar que la belleza existe, y que puede explicarse, y que puede entenderse, y que la tengo yo apuntada junto al pulgar?

Serendipia parece escrito para ti, pero no lo entendiste del todo, y no vi otra forma de escapar de tal bochorno que lavarme las manos (y de forma literal...), si acaso fueras a pensar que nada tuyo era suficientemente bonito, o que nunca nadie te pronuncia porque ignora de tu existencia, o que soy capaz de olvidarme de ti antes de pisar tiempo, y salvarme por los pelos una noche más.
Como siempre.

A día de hoy aún no me he visto capaz de explicarte que Serendipia no es otra cosa que un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. No lo entenderías nunca si te lo explicara con ello tatuado en la piel... porque no hay manía más estúpida que arrastrar un confesionario al aire libre, o proclamar, a los cuatro vientos, que quizá seas mi mejor error accidental jamás aprendido.

Pero es mi manía, y son mis manos, y mi bolígrafo, y mi aprendizaje. Y hoy es un día de esos en los que irse a dormir parece delito tan solo habiendo aprendido que para mayor dificultad vital, qué mejor que sustituir suerte por una palabra tan bonita. 

jueves, 10 de diciembre de 2015

¿Cómo?

Cómo pudo alguien ponerse nervioso
ante la chica que es todo nervios.
Cómo pudo alguien enamorarse
ante la chica que tacha el amor de mentiras.

Cómo pudo alguien sonreír
ante la chica triste de estrellas caídas.
Cómo pudo alguien encontrar vida
ante el cadáver andante más muerto del mundo.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Sustituto 9

Me gritas desde dentro que te marchas,
que la calle te da miedo, y las luces parpadean
que solamente quieres dejar de escucharme llorar.

Me besas por la espalda las caricias,
que duermen e invaden pesadillas de febrero
que trastornan mentes vivas con ansias de libertad.

Me callas con las penas de cualquiera que hubiese visto
poesía más bonita que tus ojos un día soleado
rompiendo estereotipos tristes, literatos de navegante, solitario en altamar.

No
me
seas
yo
más
tiempo...

O no podré hacer otra cosa que cederte mi puesto.