domingo, 28 de agosto de 2016

Noche de mediterráneo

Me dijisteis que un día habría de ser digna
y planetas y galaxias rodearían nuestra playa
bajarían del Olimpo dioses griegos dando saltos
y bajo clímax desgarrarían mi nombre en dos.

Brindaríamos desde el frío que resbala entre las olas
y en las piedras con las que la arena nos abraza al pasar,
y en la piel que de noche
se entremezcla con sudor
mirarían los peces, besaría la sal
que espumosa me viste desnuda en el mar.

Si solo el mar nos está mirando
que se pongan las botas marineros y piratas
porque esta noche es solo nuestra
y hace frío para andar pisando conchas.

¿Cuándo he merecido
estar viva en momentos
que inspirar sabe a azúcar
y llorar a cristal?

El verano se escurre
entre dedos y dedos
y sin hueco en la toalla
me apetece bailar.

domingo, 21 de agosto de 2016

Hoy era de noche en una piscina

Yo a veces me pienso y me siento de lejos humareda constante de viento y rocío. El frío me tiembla por venas y uñas, chasquean y aplauden nervios en mis encías.
Oigo ojos, y siento gritos, y veo colonias que nunca he visto. Hace frío esta noche y los niños cantan cerca, las piscina no es profunda y el agua amortigua el solo hecho de que todavía pienso igual.
Burbujas de colores tristes se me escapan por la nariz, y yo me pregunto si aún queda algo en el vacío que no quepa y se me escape.
Repito en voz baja una frase clave que al día siguiente debiera apuntar, pero cuando quiero darme cuenta tengo más dedos de la cuenta sobre la mano y más labios agarrados a mi collar.
Si no escribo ideas antes de que el aire falte los recuerdos se dispersan como el humo de pulmones. No vaya a pensarse esta gente que ríe a mis lados que el cerebro que aún me mantiene con vida a veces tiene ideas sobre la irrelevancia de pararse en el absurdo.
Ayer me sentí extraña y fuera del mundo, la gente vive y yo solo sabía mirar.

martes, 16 de agosto de 2016

Quiero pensar que puedo vivir dos veces

Hace tiempo que no os escribo porque ahora que puedo no tengo motivo. La razón es sencilla y fácil de comprender: el vacío ideal ocupa tanto espacio que no doy a basto. Pienso tanto en la nada esta última vida, que no me cabe tiempo para nada más. Y por eso las palabras se amontonan y se me escapan de entre los dientes... porque estoy tratando de engañaros con poesía que no es poesía sino aspirante a razón sin argumento. Y vosotros os lo creéis todo, porque el cerebro queda más chulo si lo relleno de aire y tos.

No sé lo que escribo hasta que no me leo, así es como vivir dos veces.

Encuentro a personas en sitios que sin techo parecían más pequeños, y relleno espacios en blanco que nunca estuvieron vacíos. Si nunca me hubiera quedado encerrada y hubiera llorado todo lo que me falta llorar no entendería de libros, de arte ni de fuego. Hablo tanto, tan deprisa y tan ligero porque no consigo entender lo que digo. Nadie ha dejado de prestarme atención porque nunca me la han dado.

No culpo ser más bonita en palabras y en papel, porque sé que escuchar ha sido siempre difícil.

Conozco a muchas personas que gritan haciendo daño. Conozco a muchas otras que suplican auxilio de suplente teatral. El mundo es difícil y no cuento con entenderlo, me gusta pensar que hay incógnitas que no será resueltas en todo lo que cabe de mar. Es más divertido sin tonos de blanco y negro en ninguna parte. Pienso, leo, escribo, existo a partir de voz ajena. Y vosotros, que pensáis que todo es vísceras y carne, tratáis de ponerle nombre a colores. A sensaciones. A mí.

Y a mí me llamáis escritora, no estando segura de saber leer.

¿No resulta hipócrita por parte aspirar a saberlo todo? ¿No resulta drástico, temerario e insensato anotar como victoria una incógnita tan trasparente como antes de existir? No somos quien para ser nada, no sabemos lo suficiente como para preguntar. Y entonces, yo digo: ¿quién os da el derecho? ¿quién sabe que es? ¿quién tiene voz?
Mientras me leáis, me escuchéis, me miréis y me penséis, voy a seguir afirmando que vivo. Fuera de aquí me limito a ser recuerdo y creencia a ojos ajenos.
Si nadie me lee no existo ni yo ni nada de lo que escribo.

viernes, 12 de agosto de 2016

T de regreso

Tristeza vuelve a llamar a mi puerta calzando esta vez A de alegría. Se ha hecho mayor y se ha comprado tacones, pero viste la misma cara de niña. No está preparada para independizarse, y me devuelve calcetines pares que me robó. Ahora la casa está en calma y ha crecido en hipoteca, pero retrasar los días y ahogarme en silencios es un gasto que estoy dispuesta a pagar.
Supe que aún era pronto, y no me atreví a anunciar vacante: las verdades chillan alto y se las oye gritar hasta de entre las tripas.
No encuentro inquilino para succionar mejor que tú... Nos conocemos desde hace años, y soy como las malas hierbas. Sabes que siempre vuelvo.
Tristeza no es parásito ni hierbajo rebelde, cuando se marcha ni Euforia se ve tan bonita. Trato de quitarle peso y practicar con cordel... pero no soy buena rompiendo sogas y lazos. 
¡Pero venga, no me mires así! Apuesto mi ausencia a que se me echa en falta.
Prometió pasarse de cuando en cuando a saludar. Lo que empezó como pacto amistoso se torna día a día en romance tóxico. Tristeza aún se cuela en casa y me abraza las noches de agosto. Yo también he crecido, y sé respetar las reglas. Las niñas mayores no lloran. 
Y como yo soy mayor, y ya no tengo que estar triste, y hoy es noche de agosto y me duele a querer, Tristeza me vuelve a abrazar. 
Dije que no volvería, y creo que no lo he hecho. No te engañes, me necesitas más que yo a ti.
Y es cierto.