martes, 26 de enero de 2016

Vocablos

He oído tantas mentiras de tu boca que asusta.
Ya no me creo nada que antes no hayas dicho tú.

lunes, 25 de enero de 2016

Muerte al Amor

Decían de cantar a solas en la oscuridad como metáfora... sin conocer realidad alguna comparable a dicho tal. No haberse encontrado solos y asfixiados por vida facilitaba el asunto; no toparse con oscuridad y prisión en plena calle bajo el sol, también. 
Decían de dudas irrelevantes, de sonetos incompletos y métricas inconexas, sin percatar ni un solo canto que no arrastrara incertidumbre, sin objetar un solo verso que no cargara incomprensión.
Decían de religiones y verdades absolutas, de filosofías y entendimiento total de la lengua... pero no conocían aún una sola letra más allá de A de Amor. 

Y Amor se levantaba de la cama a diario... para resbalar la espalda por el borde, apoyar los párpados en el suelo y llorar fuerte y deprisa hasta quedarse sin voz. 

Amor siempre lloraba en las noches de verano y buscaba a tientas lápices de colores que pintaban solo en gris. Lloraba y dibujaba pentagramas, y componía acordes, y se hacía preguntas sin respuesta tratando de encajar sílabas al ritmo. Se enrollaba en la colcha veraniega (que si algo hace en esta vida es dar calor y estorbar), y trataba de imaginar formas en la más absoluta oscuridad. Con lo que él había sido y lo poco que ya quedaba... con todas las mentiras que siempre a su espalda acostumbraba a llevar... 
Desgarros arrepentidos y alaridos de vergüenza frente a cada idea de seducción por la que Ignorancia le pudo llevar. Buscaba desesperado sentido y coherencia a la coexistencia de su amigo Dolor.

Amor rueda por el suelo otro segundo más en vida, preguntándose a cada momento el único porqué.

Y no por qué encerrado,
y no por qué a oscuras,
y no por qué solo,
y no por qué a mí.

Amor cantaba en alto preguntando por más metáforas a aquellos que osaron volverlo a encerrar allí.
Decían que siempre gritaba lo mismo, que nunca bastaba ni la más melódica alteración... Y hablaban, y decían, y no pasaba de eso.
De haber ocurrido tal cosa hubiese yo creído con mucho gusto que Amor no era del todo ciego, solo un poco corto de vista...

Pero Amor... Amor entonaba; entonaba y desafinaba sin percepción temporal...
Amor veía venirse todo encima y no apartaba los dientes del suelo...
Amor proyectaba dudas perdidas, preguntando de nuevo el porqué...
Por qué trataban de matarlo pero aún todavía no dejarlo morir. 

domingo, 24 de enero de 2016

Tachones 24

Nunca he sabido llorar en alto porque me da vértigo escuchar cómo caen todas las mentiras que escondo al suelo... llamando a los bomberos y pidiendo ayuda, presumiendo ante el océano más grande del mundo, bailando realidades que me comen las entrañas, arrancándome vísceras que hace años que no siento y lo manchan todo de tristeza, y me empapan las razones que he perdido.

Nunca he sabido reír al descubierto porque me da palo y remordimiento restregar, a aquel que ha intentado romperme a carcajadas (aún sabiendo a tientas que me faltan mil piezas que andan escondidas por el suelo, doscientos tornillos que se me han caído, quince colmillos que sangran mordiscos y una razón por la que perecer), lo que realmente está viviendo mi sonrisa y lo jodido que está el asunto del humor a mi parecer.

Nunca he sabido gritar sin hacer daño porque me da agobio pensar que si no grito lo suficiente (y no me deshago de todo lo que cargo sobre el pecho, aunque solo sea por un rato y de visita turística desde las verjas de la jaula)... cualquiera de las lágrimas y de las sonrisas de antes quedará expuesta como un boceto sin firma de autor.

Nunca he sabido asustarme tanto como para salir corriendo y no volver nunca jamás puntualizar bien el final de una historia que lleva días y semanas pintada a oleo sobre un lienzo donde se seca el eco del grito más agudo del mundo.

Nunca he sabido vivir ( a secas) porque me da miedo pensar que en el momento previo pueda darme un lapsus (más fuerte de lo normal) que me encierre por siempre a oscuras en el cuarto de las ratas castillo donde he vivido desde que nací caí.

jueves, 21 de enero de 2016

Promesas 21

Júrame, júrame, que no lo ha hecho nadie nunca.
Nunca nadie me ha jurado que no cumpliría,
es la única promesa que juro creer.

Júrame, júrame, que no lo ha hecho nadie nunca.
Nunca nadie me ha jurado que me mentiría,
es la única promesa que juro creer.

Júrame, júrame, que no lo ha hecho nadie nunca.
Te juro que te quiero.
Y yo creo que también.

miércoles, 20 de enero de 2016

Desengaños infantiles

¿Y si jamás hubiera irrumpido la típica niñata de preescolar para chivarse, de manera ruin y rastrera, de una mentira que mantiene todas las noches en vela la ilusión de un niño? ¿Y si como todo en la vida, nadie nunca jamás en el mundo hubiera expuesto de manera tajante que es ridículamente imposible e improbable que tres hombrecillos (vestidos con trajes lujosos, coronas de oro y caramelos en los bolsillos) se cuelen en mi casa la noche de Reyes, cabalgando camellos (¡...nada más y nada menos que del lejano Oriente!), solamente para dejar regalos (junto a mis mejores zapatos)? Porque eran reales, eran reales y tenían tanto sentido como que el agua moja, que el frío quema y que todas las veces que pasen lista te tocará corregir el ejercicio que no has hecho. 
No existiría desengaño ni coherencia, porque más de uno creería en lo que dicen y no en lo que es.
Y cree.
Y creo.
Y creemos cada uno.
Y pecamos por ingenuos, por ignorantes y por incapaces de dar explicación mejor.

¿Y.. si nadie hubiera nacido malo y esta ilusión jamás... se rompiera? ¿Qué habría pasado? ¿Qué pasaría entonces? ¿Quién mantendría ilusión y quién se desengañaría hasta negar lo evidente?
Que Dios existe,
que el amor existe,
que los Reyes existen,
que la ciencia tiene razón...
¡y que todos los filósofos que han nacido antes que yo se equivocan rotundamente!

¿Quién hubiera desengañado a quién, exponiendo matrices y límites que en mente de cual y de cuyo no encuentran razón? 
¿Quien hubiera explicado que no pueden... que hay muchos niños... que no entran en casa... que no cabe tanto regalo en un solamente tres camellos... que Oriente está muy lejos... que en una noche no da tiempo...?
¿Quién hubiera explicado que no tiene sentido... que tuvo que haber un principio... que antes del hombre ya existía el mono... que una mujer no sale de una costilla y no hombre no aguanta colgado en una cruz...?
¿Quién hubiera explicado que todo es mentira... interés y atracción... que es un ideal que desengaña al desengañado y obliga a soñar a la soledad...? 
¿Quién hubiera explicado que no se puede explicar una hipótesis... que jamás existirá la verdad absoluta... que el universo es muy grande para verlo y entenderlo y que esto que me inyectas no tiene tan buena pinta...? 
¿Quién hubiera explicado que eso más que ideologías son hierbas ilegales o plantas medicinales en proceso de cura a una mente que divaga demasiado y se pierde en su conciencia...?

Porque suena evidente... desde fuera suena evidente... Pero, ¿quién hubiera querido despertar y quién fingir que sigue dormido?

martes, 19 de enero de 2016

Noche de enero

¿Por qué se hace de noche tan deprisa?
Al mundo no le ha dado tiempo a desperezarse
y ya se está metiendo otra vez en la cama.

Casi parece estar enfermo...
de tanto coger frío
y tan poco dormir.

Casi parece no tener motivo...
por el que levantarse
o volverse a reír.



¿Por qué llora tanto el cielo?
Las nubes no se visten de otro color
porque no encuentran ninguno más oscuro.

Casi parecen muñequitas de papel...
pintadas a permanente
resistente a aventuras.

Casi parecen crías...
escondiendo a cualquiera
que se atreva a asomar(se).



¿Por qué se pasea tanto mi sombra?
Haciéndome creer que todavía huyo
cuando hace tanto que dejé de correr...

Casi parece querer avisarme...
de que me he quedado sola
y no encontraré compañía mejor.

Casi parece querer pedir auxilio...
al no poder soltar los tobillos
de todos los pasos que he dado atrás.



¿Por qué aún vivimos en enero?
Pudiendo viajar a mayo,
a febrero y a noviembre.

Casi parece que pierde sentido...
la noche, el frío, la lluvia
y persistir.

Casi parece una broma de mal gusto...
despertar en esta pesadilla
cuando más quise dormir.

jueves, 7 de enero de 2016

Poética Madrid

Siempre has tratado de escribir belleza
y recitar entre dientes dolor y alegría.
Siempre has preguntado sin esmero ni interés
por aquello de la prosa y la poesía.

¿Y qué hay que escribir?
¿Y cómo hay que hacerlo?
¿Y cuánto, y dónde, y por qué, y sobre qué?
¿Qué es aquello del amor y de la muerte,
del orgasmo del regreso y de los celos de la falta
de las estrellas que brillan intermitentemente 
y de la magia de Madrid?

¡Qué tontería tenéis todos con Madrid últimamente!
¡Qué tontería encontráis en un ciudad tan llena de gente!
¿Dónde está la vida en el asfalto y en el metro de las siete?
¿Dónde está la gracia en la similitud?
Por qué
os empeñáis
en buscar
belleza
en
donde solo
hay
multitud.
¡Por qué os empeñáis en buscar belleza en la corriente y lo dicho de siempre!

Me preguntas sin mirarme que por qué te grito
y es entonces cuando alzo la voz y proclamo,
en cinco idiomas y dieciséis decibelios,
que no entiendes de sobremanera que se ríen en tus narices
—o de tus narices
o sobre tus narices
o por tus narices
que lo mismo da—:

Madrid no es poesía,
follar no es poesía,
el café no es poesía,
poesía no eres tú.

Esto no es poesía,
la literatura no es poesía,
¡cómo habría de serlo
y cómo pudo no haberlo sido!

¿Y entonces qué, qué me queda?

¿Que qué te queda?

Eso he dicho.

Pues bien,
intenta no plagiar más versos
ni fantasías idílicas, ni ideales de belleza...
Compón una sola estrofa
que no contenga nada de lo anterior.
¿Qué ha quedado entonces...?

Poesía.

Poesía decía yo.