domingo, 28 de febrero de 2016

jueves, 25 de febrero de 2016

Parada de sonetos

¿Cuántas rosas me hacen falta
—rojas, negras y amarillas—
para que me bailes sobre los talones
cada vez que me cruzo contigo?

¿Cuántas tardes de película
—subidón de azúcar incluído—
para que jures, prometo palabra,
volver a chocarte por casualidad?

¿Cuántos sonetos tengo que escribir
—que este no lo es; así quiero llamarte—
para enquistarte sonrisas nocturnas
y dos besos a la espera de tú vuelta...?

¿Cuántas ganas más me tengo que aguantar...
justo
antes
de
dormir?

Le he perdido ya el sentido a esperar...(te)

martes, 23 de febrero de 2016

Menciones y metáforas

Mencionamos ríos como corrientes pasajeras de barro y lluvia con principio y fin. Arterias fluviales que transportan vida dentro y en sus orillas, repletas de salidas y entradas. Masas conjuntas, uniformes, con nombre propio, navegables por dentro y por fuera, saciadores totales de sed. Cambio.
Mencionamos ríos como concepto único y universal, inmutable, invariable e intrascendental, pero no mencionamos metáfora alguna. No mencionamos en ningún momento el tremendo parecido a cada uno de nosotros, al igual que no sostienes la posibilidad cabida y por caber de la cantidad de vida transportada en materia bruta que puede simbolizar un riachuelo sin más. Un concepto que cambia día a día, que nace y mueren por una razón, que engorda, y se seca, y adelgaza. Que vive subidas y bajadas. Que esconde historia por dentro y muestra reflejos por fuera, que crece y disminuye, y que se junta y se separa, que carga con vida a su espalda y provoca a su alrededor, que acumula y guarda y se libra de... y que siempre es llamado por igual. Como yo.

Mencionamos arte como muestra perceptible de. Vía de escape, necesidad, historia que narra tal, o cual, de tal modo o manera. Grito de auxilio, queja, cambio, reclamo, comunicación, receptor y emisor, última palabra. Como confesión, como explosión, como llamada de atención. Vida.
Mencionamos arte como punto de partida o punto y final, ignorando el proceso anterior y posterior, ignorando motivos y estados que han llevado a... Pero no mencionamos metáfora alguna. No mencionamos en ningún momento el tremendo parecido a cada uno de nosotros, al  igual que no sostienes la posibilidad cabida y por caber del alto porcentaje del autor y el público que cabe en cada muestra de tal. Un concepto que se desnuda y se esconde al mismo tiempo, que horroriza y enamora y se contradice a él mismo y a toda ley universal, que siente y hace sentir, que vive y hace vivir, que habla y escucha, y atiende, y expone, y nace y muere y resulta inmortal. Marca y es marcado, conduce y cambia y siempre simboliza lo mismo, y siempre tiene la última palabra... y siempre permanece igual. Como tú.

Mencionamos el día y la noche como estados, periodos, tiempo, ausencia de luz y oscuridad, giros de la tierra, posición planetaria, marcador de, círculo y órbita por la cual, duración, intersección entre y por, rechazo y necesidad. Realidad.
Mencionamos día y noche como aspecto y actitud, como cambio estacionado necesario y vital... pero no mencionas ninguna metáfora. No mencionamos en ningún momento el tremendo parecido a cada uno de nosotros, al igual que no sostienes la posibilidad cabida y por caber de lo lejos y lo cerca que se encuentran uno del otro. Un concepto invariable que se separa y se junta de sí mismo por la misma razón, que se aleja todo lo que puede, se acerca al mismo tiempo y además jamás llegará a estar junto ni separado... Que se parece, se refleja, se plagia y se contradice. Completamente indispensable y necesario para su propia coexistencia, imposible y factible de manera obvia. Completamente esencial para ello, ella, para ellos y ellas, para la vida misma, el tiempo, la medida, la longitud, el espacio, la duración, las etapas y toda la existencia sabida y por saber. Existente desde el principio de los tiempos... y que aún en el final existirá de una forma igual. Exactamente como nosotros...

... que mencionamos y nos olvidamos de lo fundamental.

sábado, 20 de febrero de 2016

Querido Sistema Educativo,

Buenas noches, mi nombre es Blanca, y escribo de parte de todos los menores de edad indignados y sin voz del mundo. Escribo de parte de todos los estudiantes que forman parte del sistema educativo español. 

Quisiera hacer una petición, colocar una queja en el buzón de sugerencias completamente necesaria y urgente para hoy. Me he visto censurada en todos los aspectos al momento de dar la cara, un paso adelante y exponer verdades como templos (ya sea en mi instituto, en mi casa, en mis redes sociales y en la calle), pero esta vez no conseguiréis hacerme callar. Es respecto al tema de, en general, el sistema educativo de este país que se da a día hoy, 2016, en una época evolucionada de un país del ''primer mundo''. Permitanme que dude igual que dudé hace un año, y hace dos, y hace tres. Como dudamos y hemos dudado todos los años que hemos vivido mi generación.
Porque aunque traten de reformar, y reformar, y reformar, y cambiar, y engañarnos en la puta cara (como si fuéramos tan simplones como cualquiera)... ¡no consiguen más que sorprendernos con cada movimiento! Es completamente increíble y tremendamente indignante: cada día la cagan más.

¿En qué coño están pensando?

Comencemos por el principio: describamos, pues, la situación actual. No sabría casi ni por dónde empezar... El profesorado consta en un 85% (90, me atrevería a apostar) de trabajadores resignados, infelices y amargados que casi parecen colocados ahí por obligación. Hasta hoy creo no haber conocido más que a dos o tres profesores que realmente se dedican a la enseñanza por pasión y vocación. Funcionarios enchufados por todas partes, cansados de niñatos, del temario, de su entorno y de trabajar. ¿Queréis realmente que esta panda de resentidos moldeen las mentes de la próxima generación del país? 
El temario, la división, la evaluación, el contenido exigido, la manera de evaluarlo, la cantidad, el tiempo, la presión, la forma expuesta, las notas de corte, las fechas, las fechas de recuperación, la censura, el nivel según profesor, el nivel de la evaluación nacional, el nivel del curso... Me faltan dedos para contar todos los motivos que tenemos cada uno de los estudiantes para tirar la toalla al segundo día de clase. Es sorprendente, por parte de todos, la cantidad de alumnos que siguen aún cursando segundo de bachiller conmigo, y en tantas otras clases, institutos, provincias y comunidades de España. ¿Me estáis intentando vender, en serio, que es ciertamente chocante el porcentaje de abandono escolar en este país? ¡Por favor! ¡Por Dios Bendito, más bien! ¿Estáis intentando reíros en nuestra puñetera cara de una manera tan descarada? ¡¿De verdad?!

¡Líderes de la Unión Europea, señores! ¡Veintidós alumnos de cada cien exclusivamente! Con un poco de esfuerzo conseguiremos superar nuestra gran medalla de platino en obesidad infantil, ¡no nos centremos solo en paro y corrupción!

Estoy cursando en este momento segundo de bachillerato, como ya he dicho antes, y en mi instituto llevo, hoy, un mes justo de exámenes. Un mes de exámenes sin interrupción. Me quedan dos semanas, aún diez convocatorias, sin contar recuperaciones, trabajos y libros de lectura: y curso, de hecho, ocho asignaturas (reducidas por vuestro maravilloso sistema). Este único trimestre (teniendo en cuenta el nivel del último curso de instituto, la preparatoria a la universidad), me he evaluado de doce pruebas. Aún me quedan diez, repito, sin contar nada más. Llevo metida en casa, no teniendo en cuenta las mañanas de clase, cuatro semanas ya. Octubre y noviembre fueron más de lo mismo, y hasta junio supongo que espera cosa igual. No tengo tiempo de realizar actividades, salir con amigos, relacionarme ni casi dormir. No hablemos pues de hobbies, descansos u ocio; estaría esto fuera de lugar, teniendo ya diecisiete años mi vida está destinada únicamente a los estudios.

¿Se sorprenden? Qué extraño, porque es algo habitual. El trimestre pasado me examiné de veintitrés convocatorias, tengo todas las fechas apuntadas en la agenda. Tengo pruebas de sobra para recriminar que el temario de este curso no es humano. La manera de evaluarlo no es humana. El trato no es humano. El margen de tiempo no es humano. La presión y el nivel no son humanos. Segundo de bachillerato entero no es humano. El maltrato psicológico, la ansiedad, el miedo irracional, la opresión exagerada, la carga,  la frustración continua y la asfixia NO son justificación. Estamos cansados de escuchar siempre lo mismo: la educación no es una tortura, es un placer.

Suena extraño e inusual, ahora nadie lo ve así. Aprender dejó de ser un privilegio y una condescendencia propia hace más tiempo del que nos gustaría reconocer.

Actualmente cursar el último grado de bachiller suena casi a sinónimo de academia militar. Tengo amigos que ahora estudian en la universidad (supervivientes, y tremendamente orgullosa de ellos) y que, a base de apuntes copiados de compañeros y faltas injustificadas que se quedan en el olvido, solamente se han expuesto a una (¡o dos a lo mucho!) semanas de evaluaciones. ¿Quince días de estudio aquel que no lo lleva del todo bien? ¡Lo normal, me parece! ¡Lo que se debe exigir! Y en este cuatrimestre empezando otras cinco asignaturas diferentes, ¿que ha quedado alguna? Se espera a la recuperación y ahí se mira a ver si se saca o no. Trabajo al Word y exposiciones de Power Point, demostraciones de que se sigue el temario de clase.
¿Pero y como es entonces que todo cambia tanto en solamente un año? En bachillerato eres un expediente; eres un examen de PAU. Estás aquí para que te exijan en torno a quince-veinte temas por asignatura embutidos en un examen de hora y media y sin presión: solamente el futuro que has decidido elegir con dieciocho años depende de esto. ESTÁS AQUÍ PARA APROBAR Y PASAR DE CURSO. Hablemos de ocho meses (o menos quizá) y tratemos de memorizar unos 1200 folios bien cargaditos de definiciones y apartados que, para ti, por vivir con este sistema y ''aprender'' de esta manera, resultarán completamente inútiles para la posteridad. 

''Cuando eres joven es cuando mejor vives'', ''Ya sabes, es lo que toca'', ''De qué te quejas tanto... dando letras en el insituto'', ''No sabes tú lo que es trabajar...'' es a lo que estamos acostumbrados los jóvenes a escuchar día sí y día también.
Porque no; no me hago ni idea, pero ni pizca, de lo que serían ocho horas (¡solo ocho! ¡solo ocho en un día, y en casa puedes descansar!) remuneradas con contratos, derechos y vacaciones de verdad.

Políticos del país, completos idiotas (etimología griega): no nos estáis enseñando a aprender... no estamos aprendiendo nada. A día de hoy, tras cinco meses de curso, no he retenido ni un solo dato en todo el curso. Apuesto las dos manos y el pie derecho a que a principios de julio ni siquiera recuerdo el último apartado del temario del último examen del que me evalué. PERO NO YO, NO SOLO YO, me río si son capaces de pensar eso. ESTÁN USTEDES CREANDO INÚTILES CON CAPACIDAD LIMITADA DE RETENCIÓN MEMORÍSTICA. NO ESTÁN CONSTRUYENDO FUTURO, ESTÁN ALIMENTANDO UNA CULTURA AUTODESTRUCTIVA; UNA GENERACIÓN FUTURA DESTINADA AL FRACASO TOTAL.

No tengo otra manera de repetirlo, porque (a no ser que sea en mayúscula) ya ni siquiera tengo derecho a gritar.

domingo, 14 de febrero de 2016

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Qué pequeñitas se nos vuelven a todos las sonrisas cuando no hace falta fingir que la vida es la hostia.

jueves, 4 de febrero de 2016

Bañeras de flores

Tengo tantísimas ganas de pintar que quiero morirme. En serio.

Y os lo cuento pues porque puedo, mira. Tengo ganas de pintar. Mucho y todo el rato. No tengo acuarelas, ni lápices buenos, ni pinceles, ni lienzos, ni cartulinas, ni rotuladores que no estén gastados ni pinturas enteras. ¿Pero y qué? Me muero por pintar. Podría hacerlo con cualquier cosa, solamente quiero pintar...
Ahora. En este mismo momento. Quiero pintar una bañera llena de flores... Una bañera de flores a acuarela, contigo dentro.
¿Y por qué una bañera? Obvio.
¿Y por qué con flores? Tremendamente evidente.

¿Y qué es lo que hago? Tumbarme en el suelo y lloriquear porque tengo que estudiar tanto que no puedo ni pintar, ni leer, ni escribir, ni salir, ni dormir, ni ver dibujos, ni rascarme los... barriga. Ni rascarme la barriga.
Segundo es duro; ser yo mucho más.

Y no me toques el tema... no me toques el tema porque ya sabes como me pongo...

¿Que en realidad podría hacer todo eso estudiando lo mismo? ¡Los... barriga! ¡¡BARRIGA!! Dibújame tú una bañera llena de flores con una agenda como la mía, pedazo de gilipollas. La barriga los cojones. Se acabaron los eufemismos para ti.
Y no, no me refiero a la agenda que tengo llena de dibujitos, textos y fantasías asesinas. Me refiero a la agenda de trab... A la agenda de deb... A la agenda soc... ¡A la agenda!
¡Tengo una vida muy ajetreada, vale! ¡Ser yo no es comer cereales viendo la tele y mirar mal a todo Dios!

Qué me dejes en paz seguir llorando tumbada en el suelo.
Deprimente tu puta madre.
Yo venía de buenas a contarte que me apetece pintar un lago lleno desangre con tu cuerpo flotando dentro... y me saltas con estas. Vete a hablarle de estudios, agendas y acuarelas a tu primo el de Valencia.
¿Cómo?
No, a mí no me la montes ahora.
¿Y qué he dicho?
Una bañera de flores.
Pues eso...