sábado, 31 de diciembre de 2016

Treinta y griegas de fin de año

Mira que me hincho y me hincho a leer para encontrarte alguna excusa, me han enseñado siempre que si nado en palabras ahogarme en ti no será tan fácil.
En cambio si pienso en todas las razones por las que te quise y ahora no puedo
me quedo sin aire
y me hundo hasta el fondo.

Qué bonito sería todo esto si por lo menos rimara en inglés.

Para encontrar motivos para escribirte
solo me ha hecho falta acordarme de que sé hacerlo
no preciso de excusa
pues si quiero te pienso
y con cualquier palabra
aquel que me lea
podrá ver cómo me miras
y cómo apartamos la vista después,
al mismo tiempo.

No he querido remover mucho desde que se rompió la cuchara
en todas las veces que sé que he podido
y no he hecho porque no he querido
y no he querido porque podía hacer
y eso no me va.

Pero hoy casi casi no es diciembre
y me vibran los oídos
y me silban las neuronas
y me acuerdo de ti
ahora
y de lo bonita que me ponía al pensarte
y de los sueños que creí y creé yo sola 
y firmamos
y la primavera que me enredaba en las sábanas cuando dormíamos juntos
y los besos de buenas noches y los besos de buenos días
y los adiós hasta dentro de un rato ojalá
y los no es justo
y los no entiendo porqué
y los no seas boba que no pasa nada
y los te quiero
y los me duele los dientes de tanto morder
y que así sea.

No he querido decírtelo antes porque con eso del riesgo público sumo puntos y resto vidas. 
Además como soy yo la escritora hago mutis y aquí no ha pasado nada.
Aleluya.


El fin de año es para echar de menos y me aprovecho para escribirme
que encuentro todavía mariposas vivas
que más que cosquillas
quieren matarme y salir.
Con amor y de mi parte.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Dejadme ser diosa

Sois tantos ahora que a veces me pregunto qué tengo que decir y me quedo sin palabras.
Sin palabras yo.
Yo
que hablo sola hasta en la ducha.
Sin palabras yo
que os canto en versos y aún no puedo resumir.
YO.

Sois tantos los que ahora abrazan y succionan poesía
que no quedan rimas que no me hayan chivado los plagios.
Tanto arte me rodea en clase, casa, vida y sueño
que cuando duermo
y sueño que vivo
me muero un poquito y me desvelo.

Parad y dejadme ser diosa,
maga de letras y juegos sarcásticos,
jugad a la lotería con otro número que no sea el mío
ni los siguientes.

Soy egoísta y no quiero pensarlo
quedan mil vidas que aún pueda narrar
más si denuncio que todo lo vuestro es acoso
me invaden en lucros cocodrilos que se ríen.
No quiero prohibiros el arte
porque para eso ya crecen y existen cobardes.

Mi libertad es mía
y como mio es el arte
yo queriendo ser diosa
mía
dejo de ser libre.
Dejadme.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Saliva

La lengua entera se me queda corta con solo intentar entenderte en un beso,
así que vamos a intentarlo y te lo vuelvo de-escribir.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Madrid no es casa

Todo es vueltas últimamente y las luces de navidad me marean y me pierden. En casa no hay luces, ni árbol, ni casa, y tengo hormigas por la piel.
Hoy escribo a oscuras porque no quiero ver lo que pienso, y como aquí no hay niebla, ni frío, ni tiempo, no reconozco mis huellas y no lo quiero pensar. No estoy segura de haberme encontrado nunca, pero desde luego Madrid me está comiendo, y ya no sé quién soy.
Todas las mañanas me levanto de una cama que no es mía, pero que se viste como yo. No me maquillo y otras veces sí, pero lo mismo me da. Hay unos zapatos la mar de bonitos en la calle de mi casa, y llevan mirándome desde septiembre con un precio que no puedo pagar.
Me estoy acelerando y menos mal que no veo el teclado porque si lo hago me entran ganas de llorar.
En clase hablo, dibujo, escribo. Apunto y estudio y pienso y aprendo. A veces me río tanto que tengo que morderme los dedos para no chillar alto y perder todo el aire. Podría morirme de risa, lo admito. No sé respirar cuando encuentro el absurdo.
Y aún así aún no sé qué.
Leo libros y libros y paso páginas sin rumbo. Encuentro poesía que habla de besos que saben a momento y huelen a piel. No sé que es un beso y no sé si lo entiendo. No sé si he besado hasta que me acuerdo y entonces me echo a llorar.
Tengo tantas tantas cosas dentro que aún me pregunto cómo es que no sé escribir todavía.
Me encuentro con chicos y me encuentro con chicas. Los nombres se repiten y no sé siempre con quien hablo.
Siento a veces cosas que no debería, y vuelvo a casa y me cruzo con mis zapatos.
Hoy me maquilo, y salgo de fiesta. No bebo porque si bebo no controlo lo que soy. El alcohol me vuelve de mentira y me da una valentía que ha llevado años domesticar.  Así que hoy no bebo y de pronto las fotos no parecen a traición, y las canciones vuelen a durar lo justo, y mi colorete se mantiene en su sitio.
Sé bailar y sé mirar a donde quiero hacerlo. No llevo los zapatos que me gustan pero no sabes quitarme los ojos de encima igual. Y tú has bebido, y no te das cuenta. Y yo no he bebido y me corre la piel.
Tengo hormigas por el cuerpo que se cuelgan de mis uñas y me cortan el aliento con tijeras.
Vuelvo a casa y es de día, y es de noche, y es domingo. Hoy iba maquillada y las pestañas se me pegan, y si quiero darte un beso muy secreto no va a ser. Me quedo dormida en cuanto me siento, y algo vuelve a despertarme de un susto.
No sé quién soy. No sé qué siento. No sé qué hago y no sé donde estoy.
Las fiestas en casa no saben a lo mismo y allí tengo cama, y horror y asfixia
pero a pesar de haber huido y construido
Madrid hace que no sepa quién soy.
No es casa.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Abrazo de jersey

No entiendo el frío que tengo
se me hielan las pestañas
y barnizo de vidrio mis pupilas
por no decir que me echo a llorar.

Es suficiente, y me miro, y te miras,
el aire nos canta y cuando respiro
desafino,
por eso no quiero hacerlo más.
No sé. No sé. Aún basta y nunca sobra,
pero basta.
Pero es que prefiero que te separes a que sigas separándote.

No voy a pensar porque no quiero entenderte.
No te entiendo. No lo entiendo. No.
Pero si me miras otra vez con esas vidrieras azules...
no encontraré fuerza que nos falte de abrazar.

Qué bonitas tienes las ganas.
Pareces calor de jersey.

Te estoy viendo la sonrisa sin querer
así que no te muevas
no sea que se rompa.

Ahora entiendo el frío y no me apetece que se me vuelva a olvidar.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Alzheimer Literario

No me acuerdo de cómo desplegar el colchón y saltar en bomba, así que ahora cada vez que lo intento me parto la cadera en una toalla de playa.
No sé si he muerto, pero ya no sé escribir ¿no es lo mismo?
Yo escribía para renacer, y si entonces ya no muero es que olvidé mi complejo de fénix.
Soy un fénix.
¿Soy un fénix?
Soy un águila sin tiempo ni carroña que se quiera comer.
Me siento en un continuo alzheimer literario de momentos lúcidos y nitidez entre brumas que engullen a mordiscos mis pupilas
y esta canción ya me la sé.
Pero algo no me encaja...