Y hablamos de la chica que vive en la luna, piensa en las nubes y pisa césped prohibido de margaritas color anís.
Te recuerdo que a punto estuviste de darme un beso hace solo doce millas (¡qué lejos, qué lejos...!) y como no lo hiciste ahora me debes un helado de limón, por ejemplo.
Menuda gilipollez, ¡el limón no escuece en helado! solo sabe a hielo. Estafa. Te lo cambio por un vaso de vodka negro, que por lo menos colorea la lengua ¡y no es un beso! (no lo es, no no, qué lejos...) pero a partir del tercer trago ya no sabe tan mal.